jueves, 13 de marzo de 2008

Me duele el cuerpo

Sé que tengo aquella discusión agazapada bajo el omóplato derecho; enroscada con una culpa, ya rancia, de un abrazo que no pude dar.
Lo sé porque durante un masaje las manos pudieron escurrir el dolor hasta la punta de mis dedos. Y era un dolor con nombre y apellido.
También sé que una torsión profunda y placentera de mi columna, en un estiramiento, puede hacer emerger el recuerdo de un amor... y de un odio, que creía olvidado.
... y, en esos momentos donde invento un movimiento nuevo, con o sin espejo... veo y siento surgir aquel gesto de la abuela, o esa mirada de un yo de otro tiempo y en otro lugar.
... juego pendular, ida y vuelta, mutua dependencia, influencias recíprocas, que nos permiten saber quienes somos, dónde estamos, haciendo qué.

esto es algo que me hubiera gustado escribir... pero ya estaba escrito, por Julia Pomiés; y el texto completo se puede leer en Revista Kiné nº42.

3 comentarios:

AleLo dijo...

Los recuerdos que nos invaden .. muchas veces son ellos los que nos recuerdan que aún y a pesar de todo estamos vivos! (por suerte o por desgracia)

Anónimo dijo...

que lindo texto...
necesitamos galopar por los abrazos
no-dados para aprender a sufrir malvadamente/
cuán aprenderemos a estar vivos?
cuándo?

Vivian dijo...

es genial. a mi tamb me hubiera gustado haberlo escrito.